viernes, 17 de julio de 2009

Los nombres raros de todos sus hijos llaman la atención

¿De dónde sacó los nombres de sus hijos?, fue la pregunta que se formularon funcionarios y empleados del Juzgado 7o. Penal cuando una mujer dio a conocer varios apelativos.

El origen, según explica la señora Glendy Guadalupe Pérez Madariaga, “son bíblicos”, pero otros lo tomó de una “marca de copiadora” e incluso de “un antidiarréico”.

La señora Pérez Madariaga, habitante de la San Antonio Xluch, asiste a ese juzgado desde hace algunos días porque su esposo, Luis Ramón Cruz Oliva, está preso porque supuestamente intentó agredir con un machete a vecinas suyas.

El detenido niega los cargos y relata que parte de los hechos lo presenció su hijo Big Vay Cruz Pérez, de 14 años.

Son una familia que se dedica a la venta de periódicos en ese sector meridano. La señora Pérez Madariaga dice que la acusación es falsa y que le tienen envidia porque el gobierno del Estado le construyó una casa “en menos de seis días”.

“¿Big Vay?, ¿Ese es el nombre de su hijo?”, fue la pregunta del técnico Luis Mendoza Casanova a la mujer.

La mujer dijo que el nombre de sus hijo es bíblico, que es una de las personas que vivieron en Babilonia.

“Mi hija chica (que tenía en brazos) se llama Jaspe, también lo tomé de la Biblia, cuando en un párrafo dice que el rostro de Dios es como una piedra de jaspe”, siguió la explicación.

La bebé Jaspe tiene otro nombre: Siryase.

“No, ese no es bíblico, es una combinación del nombre de mi suegra con el de mi mamá”.

“¿Tiene otros hijos?”.

“Sí, se llama Nashua, como la copiadora”, responde al mismo tiempo que sonríe.

Enseguida explica que es “muy celosa” y por eso no aceptó el nombre que su esposo sugería, “por si le recordaba alguna otra mujer”.

“Entonces vi la copiadora y me gustó el nombre, no creo que mi esposo conozca a alguien así”, siguió el relato.

“Nashua tiene otro nombre, Taidín”, siguió la explicación.

“Este segundo nombre lo tomé de una medicina, es un antidiarréico. Mi hija mayor estaba enferma, fui a la farmacia, me dieron esa medicina y me gustó”, siguió el relato de la señora Pérez Madariaga.— Rudecindo Ferráez García

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La ignorancia sale a relucir en esta pobre señora espero que sus hijos no le reclamen cuando sean adultos.

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