
Inicia proceso de franquicia para vender los sabores de la cochinita pibil y la sopa de lima.
Nace como una alternativa “para dar de comer a los empleados de una fábrica de peluches propiedad de mis padres llamada Jana La Rana”.
“A principios de los 80, mi bisabuela instala un fogón donde comienza a cocinar con su peculiar sazón yucateco y basado en los tacos de cochinita pibil. Así es como se gesta el antecedente de lo que hoy es Los Tacos de La Abuela, que durante 27 años se ha mantenido en el gusto de los comensales hasta convertirse hace dos años en una franquicia”, comenta Jorge Alejandro Palacios Ruiz. La fama de la comida casera que se vendía ahí traspasó los muros de la factoría, ubicada en la zona de Azcapotzalco.
Antecedentes de la expansión
Gente de otros lugares acudía a la fábrica a comprar comida para llevar, lo que propició que el negocio se expandiera como fonda a un costado de la planta.
En 1994 el taller de Jana La Rana cerró por la crisis económica que se vivió, mientras el restaurante se fortalecía, explica el director general de la marca. Así surgió hace 15 años una nueva empresa: Los Tacos de La Abuela, que comenzó su plan de expansión hacia otras áreas del norte de la ciudad; “al mismo tiempo comenzamos a vender cochinita pibil, lista para servirse a Wal-Mart y otros establecimientos cerrados”.
Costumbre hecha tradición
También tiene presencia en algunos tianguis en la zona norte de la ciudad, donde la gente nos busca por tradición, cuando la bisabuela cocinaba en el fogón de la fábrica, agrega.
En la actualidad cuenta ya con cuatro establecimientos propios y la primer franquicia que inauguraron hace una semanas en Polanco, “pero esperamos finalizar el año con tres unidades más bajo ese esquema de negocios”.
Para obtener una licencia se requiere invertir 390 mil pesos que se prorratean de la siguiente manera: cuota inicial de franquicia de 120 mil pesos, una inversión inicial de 260 mil pesos y el inventario inicial, 10 mil pesos.
Las regalías son 3% más 1.5% para el fondo de publicidad, el retorno de la inversión es de 12 a 16 meses con una vigencia del contrato de siete años, ilustra Palacios Ruiz.
Todos los ingredientes que se requieren y los alimentos ya preparados “los hacemos en la sucursal matriz que se distribuyen diariamente de manera higiénica y al alto vacío a cada uno de nuestros restaurantes cada día”, dice.
“Contamos con personal capacitado para seleccionar y supervisar la calidad de los ingredientes como el chile habanero en sus diferentes variantes”, asegura y prosigue: “Hacemos viajes continuamente a Yucatán para visitar los cultivos de chiles que se siembran de manera tradicional. Tenemos más de 20 platillos elaborados con cochinita pibil, además de tortas, panuchos, tamales, boxitas, sopa de lima y la tradicional agua de horchata”.
El Universal
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